En un dramático artículo que circula en redes sociales, publicado por Sócrates Vigueras, estudiante de la Universidad de Hidalgo, se retrata una realidad muy latinoamericana y por tanto muy nuestra, de la situación que viven muchos estudiantes a raíz del cierre de las escuelas. El relato inicia con las voces de niños y jóvenes que dicen: “Profe, yo no tengo computadora, voy a tratar de conseguirme una. O lo puedo hacer en el cuaderno, sacarle fotos y mandárselas. Profe, en mi casa solo hay un celular y solo sirve para hacer llamadas…”
La UNESCO estima que para finales del mes de julio había 1,058 millones de estudiantes afectados en todo el mundo, por el cierre de las escuelas en 109 países, lo que representa un 60.5% de todos los estudiantes matriculados, que en Guatemala equivale a unos 2.5 millones de estudiantes de todos los niveles. Ante la situación, hay un fuerte movimiento a favor de aplicar la tecnología en las nuevas formas de educación a distancia. Pero ¿cómo se atiende a una población llena de carencias en términos de tecnología y conectividad?
Una interesante publicación del blog "Docente al Día", brinda una sencilla pero útil explicación de los tres conceptos que hoy abordamos. En la educación a distancia los educandos tienen control sobre el tiempo, espacio y ritmo del aprendizaje, no es necesaria una conexión a internet. Los materiales para utilizar pueden ser físicos, por ejemplo, cuadernillos y libros. Dicho material puede ser entregado de manera presencial, por correspondencia o correo electrónico si hay la posibilidad. El acompañamiento y la retroalimentación entre el profesor y el alumno se lleva a cabo por teléfono mediante visitas domiciliares, llamadas o mensajes de texto. En algunos casos, esta modalidad se apoya en un programa paralelo de radio o televisión.
Por otra parte, en la educación virtual es necesaria una conexión a Internet, ya que el contacto con el profesor es por medio una plataforma multimedia en la que los alumnos pueden revisar y descargar diversos materiales de aprendizaje tales como textos, hojas de ejercicio, presentaciones en diapositivas, grabaciones de audio o videos. No es necesaria la coincidencia o sincronía entre docentes y estudiantes. En el caso de la educación en línea se observan las mismas características, con la diferencia de que las clases son sincrónicas, lo que permite aclarar dudas o brindar retroalimentación inmediata.
De acuerdo con Meléndez Tamayo, hasta hace no mucho la educación a distancia se consideraba de uso casi exclusivo a la población adulta, quedando como única alternativa para personas que residen en sitios inaccesibles, trabajadores adultos, o para quienes tuvieron algún rezago formativo. Consideramos que, en medio de la actual pandemia de COVID-19, el modelo de educación a distancia es el más apropiado para llevar oportunidades de aprendizaje a ambientes urbano-marginales y rurales, donde las carencias materiales o de infraestructura no permiten aprovechar las bondades de la educación virtual y en línea.
Fundación Ramiro Castillo Love se ha comprometido con el desarrollo del programa Me Educo, en modalidad a distancia. Nos complace informar que los tutores (docentes a distancia), han dado inicio al proceso educativo. Los participantes cuentan con una bolsa de materiales educativos y el acompañamiento itinerante de sus tutores para el aprendizaje en casa. El equipo de coordinación del programa hace todo lo posible para optimizar la calidad del proceso educativo, brindando orientación y métodos de educación a distancia a los tutores. Es importante no perder tiempo en medio de la pandemia y permitir que un número tan grande de educandos vea afectada su educación por el cierre de las escuelas.