El Comité Nacional de Alfabetización –Conalfa– afirma que la población mayor de 15 años es de casi 9.5 millones, de los que 1.3 millones no saben leer ni escribir y que el índice de analfabetismo es de 14.46%. Nuestros programas educativos llevan alfabetización a miles de guatemaltecos cada año.
Los testimonios de los hombres y mujeres beneficiados por nuestros programas hablan de las razones por las que existe tanto analfabetismo en el área rural. Jóvenes y adultos varones cuentan que debieron cambiar la escuela por el azadón y el trabajo en el campo. Las mujeres hablan de la discriminación en el seno del hogar, donde las oportunidades solo estuvieron disponibles para los hermanos y no para las hermanas.
En Fundación Ramiro Castillo Love sabemos lo común que es que las hermanas mayores abandonan los estudios por quedarse al cuidado de los niños más pequeños de la familia. En otros casos, las niñas son retiradas de la escuela porque sus progenitores lo consideran una pérdida de tiempo. También se sabe de mujeres cuyos esposos se oponen a que asistan al grupo de alfabetización porque dejan a sus hijos y sus quehaceres vespertinos. Asimismo, hemos conocido estudiantes con problemas visuales, auditivos o de alguna discapacidad física (capacidad especial) para quienes aprender a leer es un problema. Pero la razón principal radica en la carencia de medios económicos por parte de las familias para brindar educación a sus hijos.
Esas mismas razones, son el motivo por el que Fundación Ramiro Castillo Love se dedica a brindar oportunidades de alfabetización y aprendizaje a miles de guatemaltecos cada año, y es la principal motivación por la que en tantos años de labores hemos brindado un servicio educativo a más de 421,350 guatemaltecos en zonas rurales de Guatemala.
Nos motiva la determinación de un joven como Geovany López, de 19 años, de Caserío El Mirador, Municipio de Jalapa, que se decidió a ir a un grupo de alfabetización, aunque se arrastrara para ir a estudiar porque no puede caminar. Nos llena de esperanza María Silvia Raxón, de 19 años, de Sumpango, Sacatepéquez, quien desde los 9 años tuvo que dedicarse a cuidar a sus hermanos menores, y ahora ha retomado sus estudios y nos dice que su sueño es llegar a ser abogada. Nos inspiran alfabetizadores como Edín Gabriel Albizures, quien en las montañas del Municipio de San Agustín Acasaguastlán, El Progreso acondicionó un antiguo granero de café y construyó él mismo las mesas y bancas para que un grupo de campesinos pudiera juntarse cada tarde a aprender a leer y escribir.
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