No hace falta que des un discurso apasionante, que desvele un nuevo y audaz plan estratégico o que aplaste a la competencia para demostrar tu valentía en el trabajo. En este artículo te compartimos cinco tips sencillos pero potentes que puedes hacer:
1. No esperes a dar a tu equipo una retroalimentación de reorientación
Hay que tener agallas para decirle a la gente que algo de su comportamiento o rendimiento podría mejorarse. Pero las posibles recompensas -ayudar a los demás a crecer y maximizar el impacto de tu equipo- hacen que merezca la pena enfrentarse a tu miedo. Además, tus subordinados directos agradecerán recibir la noticia cuanto antes. A nadie le gusta descubrir en una revisión de rendimiento que debería haber hecho algo diferente durante los últimos seis meses o un año.
Muchos directivos creen erróneamente que pedir ayuda les hará parecer débiles. No es así. Los demás probablemente le considerarán más competente y valiente -no menos- porque estará indicando que conoce el valor del trabajo en equipo y tiene la suficiente confianza como para admitir sus propias carencias de habilidades.
A nadie le gusta meter la pata. Cuando ocurre, puede sentirse tentado a dejar pasar el tiempo y esperar que todo el mundo lo olvide. En lugar de eso, haz lo más valiente: Admite inmediatamente tu error y explica no sólo lo que vas a hacer para solucionarlo, sino también cómo vas a evitar errores similares en el futuro. Hay muchas posibilidades de que la confianza y el respeto que se generan al hacer esto compensen cualquier daño a su credibilidad que haya causado el error original.
Los directivos menos valientes prefieren contratar a personas que nunca les eclipsen o cuestionen. Pero estos directivos hacen un flaco favor a sus equipos y empresas, por no hablar de ellos mismos. Piensa en todo lo que puede aprender y en todo lo que puede conseguir si tiene el valor de rodearte de gente brillante.
No es divertido decir que no. Pero tampoco es divertido intentar hacer todo lo que todo el mundo quiere. Encontrar la fuerza para rechazar tareas y proyectos que no son prioritarios te ahorrará muchos dolores de cabeza (por no hablar de un problema de equilibrio entre la vida laboral y personal) en el futuro. Además, la mayoría de la gente agradece un "no" sincero por adelantado: es mucho mejor que enfrentarse a un plazo de entrega incumplido o a un esfuerzo a medias.
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