La Semana Santa es una época marcada por el calendario cristiano, y conmemorada en varios países del mundo. Para algunas personas es un momento de conversión y de mucho significado espiritual, mientras para otras es un momento ideal para descansar y pasarla bien con familiares y amigos. Sin lugar a dudas, es una temporada que enriquece a Guatemala con sus tradiciones y actividades de fe, que se conmemoran tanto en la ciudad como en el interior del país, principalmente en la ciudad de Antigua Guatemala. No pueden faltar los cortejos procesionales, conciertos de marchas fúnebres, la elaboración de alfombras, visitas a iglesias y templos y el rezo del viacrucis; así como la preparación de alimentos tradicionales propios de esta temporada.
Durante esta semana se manifiestan muchos valores de nuestra cultura, contribuyendo al valor histórico, religioso y sobre todo artístico. Las procesiones se convierten en una muestra del trabajo de muchos artesanos locales, que se especializan en la imaginería y orfebrería. Deleitan la vista una variedad de esculturas, pinturas y la forma tan peculiar de cada anda procesional. No se puede dejar de admirar el trabajo de madera tallada y la forma tan especial en la que recrean los escenarios en las andas.
Las alfombras de aserrín, flores y frutas constituyen una de las características más importantes de esta conmemoración. Los diseños y temas son propios de la memoria colectiva de los guatemaltecos y forman parte del arte popular efímero, siendo un claro ejemplo del sincretismo religioso y cultural de nuestro país. Sin duda alguna, esta tradición se ha convertido en un ícono de interés mundial, y posiblemente sea una de las razones principales por la que miles de turistas visitan nuestro país durante esta época. Es impresionante contemplar la creatividad y minuciosidad con la que las elaboran. Con el tiempo se ha innovado en el uso de materiales y ahora se pueden observar alfombras realizadas inclusive, con material de desecho, dando un mensaje positivo a los visitantes de lo importante del reciclaje y la reutilización de los desechos.
A esta fusión artística se le suma la cultura gastronómica, que contiene platillos característicos de esta temporada, la mayoría a base de pescado. El bacalao a la vizcaína, por ejemplo, es uno de los platillos principales que se acostumbra a comer para el almuerzo del Viernes Santo. Son característicos también los postres como los buñuelos, las torrejas y los molletes. La comida es un elemento que refleja tradiciones, y muestra claramente, las influencias prehispánica y europea.
Todo lo anterior, en conjunto, hace de la Semana Santa en Guatemala una festividad única en el mundo.
