Los niños son propensos a los accidentes en el hogar, pero entre los golpes que más preocupación causan están los que se dan en la cabeza.
Los golpes fuertes en la cabeza pueden no pasar de un hematoma o una pequeña herida abierta, pero es importante estar alertas a los síntomas de un trauma de cráneo y solicitar la asistencia de profesionales médicos.
Distingue un accidente común del que no lo es
Por mucho cuidado que pongas en la seguridad de tus hijos, los bebés y niños pequeños suelen sufrir este tipo de golpes en el hogar al caer de la cuna, la cama o las sillas altas, y en los niños más grandes suelen ocurrir al correr en las escaleras o cuando andan en bicicleta sin casco.
Aún cuando, por lo general, las caídas tienen consecuencias menos graves en los pequeños que en los adultos, , lo cierto es que es necesario distinguir cuándo se trata de emergencias que requieren llamar a los servicios de urgencias o acudir al hospital.
Ofrece atención inmediata
En caso de lesiones leves, estas son las acciones de primeros auxilios que debes emprender:
- Si se trata solo de un hematoma que produzca hinchazón, aplica hielo envuelto en un paño, nunca directamente sobre la piel
- Si existe una pequeña herida abierta que esté sangrando, asegúrate de que no haya objetos en el interior o se sientan astillas del cráneo, y sostén sobre ella una gasa para detener la hemorragia
Llama a los servicios de emergencias
Cuando la lesión es más grave y el niño se desmayó o presenta señales de conmoción cerebral con pérdida leve de la conciencia , lo ideal es no moverlo y llamar de inmediato a los servicios de emergencia y seguir las indicaciones del personal médico mientras llega la ambulancia.
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Mantén a tu hijo en observación
Sin embargo, aun cuando el niño parezca no tener lesiones visibles, es importante mantenerlo en observación durante las 72 horas siguientes en busca de los siguientes síntomas:
- Vómitos tras haberse golpeado o repetidamente en las horas subsiguientes
- Somnolencia y aletargamiento
- Cambios en su conducta e irritabilidad excesiva
- Pérdida de equilibrio al caminar o de coordinación
- Adormecimiento o parálisis en alguna extremidad
- Deformidad pronunciada del cráneo o hematomas que se extienden o crecen
- Aumento en la intensidad del dolor
- Convulsiones o temblores en las extremidades
- Desorientación pronunciada o confusión
- Alteraciones de la vista o del habla
- Sangrado por los oídos o la nariz aun cuando no haya sido el área golpeada
A diferencia de lo que se cree comúnmente, no es necesario impedir que el niño duerma, pues la falta de sueño lo volvería más irritable. Más bien se debe estar al pendiente de él y despertarlo cada dos o tres horas para monitorear si se mantiene alerta y actúa normalmente.
En caso de duda, siempre es mejor que llames a los servicios de emergencia, expliques la situación y sigas los consejos que te den para atender a tu hijo en los primeros momentos después del accidente.
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