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¿Cómo ofrecer retroalimentación que impulse el crecimiento sin tensar el ambiente laboral?


La retroalimentación es una herramienta esencial para el crecimiento personal y profesional. Sin embargo, muchas veces se convierte en una fuente de tensión o conflicto, especialmente cuando no se entrega de manera adecuada. Saber dar retroalimentación constructiva sin causar fricción es una habilidad clave en equipos de trabajo, relaciones laborales y entornos educativos. A continuación, exploramos cómo lograrlo de forma efectiva y respetuosa.

  1. Elige el momento y lugar adecuados

La retroalimentación no debe ser improvisada ni dada en público si se trata de aspectos delicados. Es importante elegir un entorno privado, tranquilo y libre de distracciones, para que la otra persona se sienta cómoda y no se ponga a la defensiva. Asimismo, el momento debe ser oportuno: dar retroalimentación en medio de una crisis o bajo alta presión puede ser contraproducente.

  1. Sé específico, no generalices

En lugar de decir "Siempre haces las cosas mal", enfócate en comportamientos concretos y observables:
"En la reunión de ayer, interrumpiste varias veces. Me gustaría que todos tengamos oportunidad de hablar."
Esto evita que la retroalimentación suene como un ataque personal y permite que la persona entienda qué debe mejorar.

  1. Usa un lenguaje positivo y empático

La forma en que se dicen las cosas influye directamente en cómo se reciben. Un tono amable, pausado y palabras que transmitan intención de apoyo (y no de crítica destructiva) ayudan a reducir la tensión. Frases como:
"Quiero compartirte algo que creo que puede ayudarte a crecer en tu rol."
"Me gustaría que podamos hablar sobre cómo mejorar juntos este aspecto."
generan un espacio más abierto para el diálogo.

  1. Aplica el modelo “sándwich”

Este modelo consiste en comenzar con un comentario positivo, luego dar la retroalimentación crítica, y finalizar con otra observación positiva o un mensaje de apoyo.
Por ejemplo:
"Me ha gustado mucho tu iniciativa en el proyecto. Hay algo que podríamos mejorar para próximas ocasiones: cuidar más los plazos de entrega. Confío en tu capacidad para organizarte y sé que lo puedes lograr."
Este enfoque permite que la crítica no sea el centro del mensaje y que la persona no se sienta atacada.

  1. Escucha y permite una respuesta

La retroalimentación no es un monólogo. Es fundamental abrir espacio para que la otra persona se exprese. Esto no solo ayuda a aclarar posibles malentendidos, sino que también muestra respeto por su perspectiva.

  1. Enfócate en el futuro, no en el pasado

Una retroalimentación eficaz mira hacia adelante. En lugar de señalar errores con dureza, es mejor hablar sobre cómo se puede mejorar en el futuro. Esto crea una atmósfera de progreso en lugar de culpa.

 

Dar retroalimentación constructiva sin generar conflicto no solo es posible, sino necesario para fortalecer la confianza y mejorar el desempeño en cualquier entorno. Requiere empatía, claridad, respeto y una verdadera disposición a ayudar. Desarrollar esta habilidad mejora no solo la comunicación interpersonal, sino también el ambiente de trabajo y los resultados en equipo.

Una retroalimentación bien dada no es una crítica, sino una oportunidad. Cuando se ofrece con intención positiva y se recibe con apertura, se convierte en una poderosa herramienta de crecimiento compartido.

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